Si eres una persona curiosa y quieres saber cómo está siendo la transformación de los agricultores hacia la agricultura ecológica, te lo explico. Esto de lo ecológico es todo un mundo que ha ido creciendo en popularidad y conciencia. No obstante, los mitos que rodeaban este tipo de agricultura eran muchos y a menudo desanimaban a los agricultores a hacer el cambio.
Anteriormente, se creía que una finca ecológica producía menos uva, que las enfermedades y plagas en el viñedo eran irreparables y que el agua no se aprovechaba tanto. Por suerte, todo esto se ha demostrado que no es cierto. Los estudios y la experiencia práctica han demostrado que la agricultura ecológica puede ser igual de productiva, si no más, que la convencional, aunque con algunos cambios en las prácticas y técnicas utilizadas.
Haz clic aquí para conocer las diferencias entre un campo de viñas ecológico y uno convencional.
Cada vez son más los agricultores y agricultoras que están tomando conciencia y se han decidido a hacer esta transformación. Se han dado cuenta de que tener un campo ecológico tiene muchos beneficios, entre ellos:
A pesar de los beneficios, la transformación no es sencilla. Como todo lo que rodea a la agricultura, el exceso de burocracia está a la orden del día.
El primer paso es inscribirse en el CCPAE (Consejo Catalán para la Producción Ecológica). Después, se realiza un seguimiento y un control durante tres años para asegurarse de que no se incumple ninguna de las normativas establecidas. Una vez pasado este tiempo, si todo está conforme, se otorga la certificación asegurando que la finca es ecológica.
No obstante, la certificación no es el final del camino. Anualmente, se realizan revisiones para asegurarse de que todo está en orden. Si en algún momento se incumple alguna de las condiciones, se retira la acreditación y el proceso debe comenzar de nuevo. Así pues, el compromiso con las prácticas ecológicas debe ser constante.
Ahora ya sabes un poco más sobre lo que cuesta convertir un campo convencional en ecológico. Aunque conlleva un poco más de trabajo administrativo, especialmente al principio, los beneficios son numerosos, tanto para los agricultores como para la tierra.
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La venta de proximidad está regulada y permite identificar a los agricultores catalanes que venden ellos mismos sus productos al público, según el Decreto 24/2013.
