Es tierra, ya que la singularidad de los pequeños campos de los que está rodeado gozan de una riqueza única: caliza, licorilla, sablón, arcilla, los convierten en un paisaje insólito.
Es cuerpo, porque cosechar aceitunas forma parte de la tradición familiar de nuestros payeses.
Y es alma, porque la satisfacción que produce crear un aceite de esta calidad es increíble.
La venta de proximidad está regulada y permite identificar a los agricultores catalanes que venden ellos mismos sus productos al público, según el Decreto 24/2013.