Descubre el camino de la uva hasta la botella
Detrás de cada copa de vino hay un largo recorrido que comienza mucho antes. La vendimia no es solo el punto de partida: es el origen de un vino que concentra meses de esfuerzo y el trabajo compartido de toda una comunidad.
La vendimia, un ritual compartido
Cada año, a finales de verano, las cepas nos regalan su fruto. Es un momento esperado con nervios, esperanza e ilusión. La vendimia es más que recoger uva: es un ritual colectivo que une a socios, familias y amigos en torno a un trabajo que exige dedicación y cuidado.

Del campo a la bodega
Una vez llega la uva a la bodega, empieza el trabajo invisible pero esencial. Primero se toman muestras para analizar su grado de maduración y decidir en qué depósito irá.
- En el caso de la uva blanca, se prensa el mismo día para obtener el mosto.
- En el caso de la uva tinta, se deja macerar con los hollejos para que adquiera color y carácter.
Los enólogos vigilan el proceso y controlan temperaturas y fermentaciones. Es un momento delicado, donde la técnica y la experiencia aseguran que cada variedad exprese lo mejor de sí misma.
El vino que descansa
Tras la fermentación, el vino necesita tiempo. Puede reposar meses en depósitos de acero inoxidable para mantener la frescura, o años en barricas de roble que le aportarán profundidad y complejidad. Es un periodo silencioso pero vital, en el que el vino se transforma y adquiere su personalidad definitiva.
Un vino nunca es fruto de un solo instante, sino de un proceso largo y compartido.

La botella: la memoria de un año
Cuando el vino está listo, llega la hora de embotellar. Cada botella es la memoria de una vendimia concreta: el clima que marcó ese año, el esfuerzo de la recogida, las decisiones tomadas en la bodega y la esperanza depositada en cada copa.
Abrir una botella es volver a aquel septiembre de cosecha, a los días de calor y las tardes frescas, a las manos manchadas de mosto y a los instantes vividos en torno a los viñedos.
Disfruta del vino del territorio
Cuando degustas una copa de vino, cierras el círculo. El vino vuelve a la mesa de las familias, a las cenas con amigos y a las celebraciones del pueblo. Y con él, vuelve también el mensaje de que la vendimia es de todos: un esfuerzo colectivo que se transforma en placer compartido.
Cada copa es una historia, y cada botella, un recuerdo vivo de lo que somos como comunidad.